lunes, 15 de mayo de 2017

El poder corrompe.

Una frase aceptada por casi todos.
  
Entonces la persona que accedió al poder, no nació corrupta.

Da para pensar cuantas cosas actúan para moldear una personalidad.

Mi intención, por si no es evidente, es analizar que es "la Condición Humana".  Qué es lo que un ser humano trae desde que existe y qué adquiere por influencias externas, al iniciar su existencia .

Porque analizar esto es la base de muchas, o quizá de todas, las actitudes que adoptamos. De como encaramos la justicia en general.  De como juzgamos y somos juzgados.

Lo primero que se me ocurre es como encaramos el problema de la delincuencia.

Porque si el delincuente nace delincuente, y el justo nace justo,  entonces frente a un acto delictivo, el justo podría decidir que el delincuente debe morir por el bien del resto de la sociedad o sufrir castigos severos.  La sociedad debe pensar que el delincuente es un ser inferior, defectuoso que no merece su respeto.

Pero si el delincuente no nace delincuente, y el justo no nace justo, y ambos son un conglomerado de virtudes y defectos que acuña según lo van moldeando los influjos externos, da para pensar que se hace cuando alguien delinque.

En ese caso no hay un justo que puede decidir y tampoco el delincuente es totalmente delincuente.  Este último tiene su parte justa, su parte "buena" y yo pienso que el justo que adquiere poder frente al delincuente, por haber exhibido y desarrollado su parte justa, haría mejor en intentar sacar lo bueno del delincuente, respetándole ya que ambos son en esencia o podría decirse, por su condición humana, "iguales".  Y entonces el resto de la sociedad lo consideraría como un igual más desafortunado, que merece su respeto aunque vea la necesidad de limitar sus acciones delictivas aislándolo del resto.  La sociedad no lo condenaría, y buscaría formas de estimular su parte "buena", para intentar reintegrarlo a la sociedad.

Mientras escribo esto siento que es de perogrullo, que los grandes pensadores que escribieron leyes, en muchos casos se basaron en estos principios.  Pero la realidad me hace pensar que la gran mayoría de las personas con las cuales yo comparto ideas, han olvidado estos principios.  Cuando sufren la consecuencia de un acto delictivo muy cerca se olvidan de esto y piensan y actúan como en el primer postulado:  el delincuente nace delincuente y no queda en su persona nada rescatable y por eso debe morir o en el mejor de los casos, ser castigado severamente.  La persona que sufrió la consecuencia siente que es diferente, que es justa, y que es mejor ser humano que el delincuente.  Y quiere venganza.  

Lo que muchas veces no advierte esa persona, es que al infringir esa venganza, adquiere poder y se corrompe.

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